La polémica más reciente en la que se ve envuelta una figura PAC (Partido Acción Ciudadana), como el caso del diputado Enrique Sánchez, ha desatado un aguacero de críticas, insultos, indignación y enojo en las redes sociales.
Hay quienes podrían llegar a justificar calificativos ofensivos ante la mentira, pero eso nunca será aceptable.
Lo cierto es que cuando alguien miente, por cualquier circunstancia de la vida que sea, genera una sensación de cólera que en ciertos casos se vuelve desmedida.
Es a lo mejor el efecto que ha causado que a Sánchez le quitaran la máscara.
Este legislador PAC, quien da cátedra de los efectos de la desinformación y las noticias falsas en línea en la gestión pública (qué pena que pongan a este hombre como expositor de ese tema), quedó al descubierto al asegurar que se había graduado en Comunicación, en el 2002, en la Universidad de Costa Rica.
El medio digital elmundo.cr le recetó un gancho al hígado a su credibilidad al desarmarlo en la falsedad; sí, esa de la que tanto habla y hasta previene al consumidor de la información para que no se vaya de maje.
Sánchez mintió, nunca se licenció o se bachilleró u obtuvo algún título en el Alma Máter del país.
Pero el cinismo de este diputado llega a extremos realmente inexplicables; publica un comunicado de prensa (aclaración) en el que hace un arroz con mango y en el que trata de explicar que ser licenciado nunca fue un requisito para dar una asesoría al PAC en las elecciones del 2010, por la que le pagaron ¢3,6 millones con dinero de la deuda política.
El tema en discusión no es ese, sino la farsa bajo la que su partido y él, en este caso, incurren repetidamente. Repetimos, a Sánchez no se le cuestiona que haya dado un servicio de asesoría periodística al PAC por ese monto, pudo haberlo hecho por la suma que le diera la gana, el tema fue que mintió diciendo que era licenciado en Periodismo cuando no lo es. La mentira se la dijo a elmundo.cr, no sabemos si al PAC también le metió esa yuca.
Y el problema es que entre líneas se interpreta en esa aclaración de Sánchez que la culpa no fue de él, sino de “Teté”. Esa es la lógica PAC. Sea el que sea de ese partido que cometa una imprudencia, o sea antiético, o se le cuestione por algún acto irregular, la culpa nunca será de la persona señalada en cuestión, sino de “Teté”.
Sin embargo, las cosas cambian completamente si el rival político de la acera del frente es el que se equivocó. “Corrupto”, “sinvergüenza”, “antiético”, “ladrón”, “patán” y otros epitetos más han usado viejas glorias y la legión millenial del PAC para lapidar a sus contrincantes.
Hay otra perla más, de muchas, pero es la última que citamos. ¿Cuántas veces Carlos Alvarado, el que ahora es presidente, le restregó en la cara a Fabricio Alvarado en la campaña que no era profesional, que no tenía título universitario?
Ahora, ¿qué dirá don Carlos? Mejor ni lo pensemos.
De la lógica PAC, ¡líbranos Señor!