*Por Roberto Acosta Díaz
Me enteré que mi gran amigo Oswaldo Alvarado, periodista de Noticias Telediario de Multimedios (canal 8), se contagió de COVID-19 a través de una entrevista que publicó el periódico La Teja la última semana de abril.
Estuve convencido que ganaría la batalla y que la enfermedad simplemente le daría un sustillo, tal como me le dio a mí y a mi esposa en octubre del 2020.
El trajín diario me hizo perder la perspectiva de que su situación empeoraría de manera crítica, a tal punto que le envié un mensaje por WhatsApp la tarde del jueves 6 de mayo con otro propósito. Sin embargo aproveché para preguntarle como seguía y caí en cuenta de que Oso rendía un mano a mano con la muerte.
“Sigo internado en el San Juan de Dios y ahorita desconectado de todo solo concentrado en la recuperación viejito.
“Ahora estoy en la batalla para recuperarme, es cansado, pero hay que hacerlo. Es que solamente estando aquí lo entenderías. Pero bueno hay mucha gente orando y yo poniendole que ver Dios primero”, me escribió.
Le dije a Oswaldo que mi esposa y yo nos uniríamos a esa cadena de oración, pero este mediodía del domingo 9 de mayo me sacudió un primer aviso de que algo malo había ocurrido.
Empezaron a surgir versiones de que había muerto, a lo que me resistía a creer rotundamente. Lamentablemente es así. Oso, nos dejaste y la noticia me ha destrozado el corazón.
Me quedo con los recuerdos hermosos de los meses que compartimos redacción en La Teja y de allí nuestra amistad se fortaleció aún más. Nos conocimos por ahí del 2002, pero trabajar juntos significó un acercamiento muy estrecho.
Luego, llegó aquel 15 de noviembre del 2014, cuando cantaste y llenaste de alegría aquel salón donde se organizó la recepción de nuestra boda, la de Angie y yo.
Y posteriormente podría enumerar varios encuentros en nuestra casa, donde vacilábamos y durábamos horas de horas conversando. ¡Cómo olvidar un 2 de agosto que nos fuimos a comer las mejores costillas del país en La Leonesa, en barrio Bolívar, San José, con Andrey!
Esta ha sido la noticia más dura hasta ahora que he recibido como consecuencia del coronavirus.
Oswaldo era un ser maravilloso, un profesional apasionado por la música y por la comunicación. Amaba lo que hacía y hasta el último día ejerció el periodismo con entusiasmo.
Una de las anécdotas que más recuerdo que me contó fue cuando, cubriendo reportajes en Repretel, se dirigía a entrevistar a Gerardo Cruz, en San Sebastián, la noche del 7 de octubre del 2015, y cinco minutos antes conversó con él por teléfono para coordinar en que punto se veían. Al llegar al sitio, lo halló apuñalado. El joven falleció 42 días después en el hospital Calderón Guardia, víctima de un crimen pasional.
Este fue un caso muy sonado en el país, pues en principio se creyó que Cruz había sido víctima de una venganza porque días antes había divulgado un video en el que captó a un funcionario público grabar por debajo del vestido a una muchacha en pleno centro de San José.
Pero así como esta, hay miles de historias que Oswaldo me compartió, producto de su amplia experiencia en los medios.
¡Vuela alto Oso! El maldito COVID-19 jamás borrará tantos buenos recuerdos.