- A propósito del Bicentenario de la Anexión de Nicoya
*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador
Con la finalidad de felicitar a los de la península de Nicoya en el Bicentenario de su anexión a Costa Rica, y, a la vez, felicitar a todos los costarricenses que estuvieron interesados en que así fuera les comparto dos noticias que he encontrado en el trabajo de archivo, disculpándome con los expertos que se han ocupado del tema por introducirme en su terreno, quienes nos han explicado con propiedad los antecedentes de la agregación.
Hubo una predisposición geográfica, pero también una vida compartida que fue integrando las regiones, proceso que se aceleró con la división y guerras civiles que se dieron después de la Independencia, desde Nicaragua hasta México.
No es de extrañar que, por ejemplo, Nueva Segovia, al norte de Nicaragua, se separara y se uniera a Honduras, no solo por su cercanía y huyendo de la guerra nicaragüense, sino también por la actividad minera que tenía en común con Tegucigalpa.
Fue una anexión anunciada, de manera que, en el caso de Nicoya, se encuentran todos esos elementos, fortalecidos por unas Cortes Extraordinarias de Cádiz que unieron a aquel partido a Costa Rica en 1812 para poder elegir, no al padre Florencio Castillo como diputado, sino a su sucesor en las Cortes Ordinarias.
Las causas económicas han sido ya expuestas por los expertos y fueron las que, más de un año y medio antes de la anexión, provocaron que Costa Rica condicionara su unión al Imperio Mexicano, indicando que los beneficios del plan propuesto para los costarricenses comprenderían “…al Partido del Guanacaste y Nicoya en la parte que lo reclamen y quieran adoptar por la identidad de intereses, en cuyo caso la raya septentrional de esta Provincia por aquella parte será la que ha reconocido aquel Partido sobre la montaña de Nicaragua”.
Asimismo, cuatro años antes hay, también, un testimonio sobre una visión geopolítica y económica que favorecía la anexión.
Curiosamente su autor fue un foráneo, el sacerdote José Mariano Méndez, salvadoreño y párroco del Sagrario de la Catedral de Guatemala. Elegido como diputado en las Cortes españoles del Trienio Liberal (1820-1823) por Sonsonate, El Salvador, imprimió una memoria sobre las provincias del Reino de Guatemala para justificar detalladamente los proyectos que beneficiarían a todas las poblaciones.
Si bien contempla también una reestructuración de lo eclesial, enfatizó la parte económica tomando en cuenta las características geográficas y productivas de cada una. Al ocuparse de Costa Rica, contempla a Nicoya y a Guanacaste como un todo, aportando sus productos que tenía en común con el resto de poblaciones, y su particularidad en cuanto a “…la pesca de perlas, y ciertos caracolillos, que, con el humor, que despiden se da el tinte morado al hilo tan hermoso como permanente…”.
Son muchos los aspectos, entonces, que nos unen desde tiempos muy antiguos hasta el presente. Sigamos cultivándolos tanto en las buenas como en las malas. Que no se acabe esa consciencia con las fiestas del Bicentenario, hay mucho qué hacer en todos los campos, como los ideados por el padre José Mariano Méndez.
*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala.
Premio Cleto González Víquez 2022 de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.