*Por José Eduardo Mora
Especial para ¡Qué Torta!
Lo ha vuelto a hacer: el modesto Real Estelí, de Nicaragua, ha dado una campanada que ha retumbado en todo México hasta Estados Unidos y sus ecos también resuenan en Sudamérica.
En su modesto estadio Independencia, el Real Estelí venció a los aztecas sin ningún complejo, a sabiendas de que era en casa donde podía convocar la gloria para el presente y para el futuro.
La fórmula ya la había empleado ante Saprissa, al que terminó por doblegar en una serie, de nuevo, de tintes épicos.
Y lo ha hecho en un partido en el que de nuevo exhibió un buen manejo de media cancha hacia adelante y sus ya conocidas falencias en la zaga.
Es un triunfo para atesorar por parte de los dirigidos por Ramón Otoniel Olivas, un técnico de Estelí que trabaja bien y sin hacer mucho ruido, sin convocar a la física cuántica para darse importancia, como sucede mucho en Costa Rica y el resto del mundo.
La victoria de los nicaragüenses es una gran noticia para el fútbol centroamericano y debería ser un más que aviso para el balompié tico, que en este tipo de torneos ha estado más que flojo en los últimos años.
América, el equipo más importante de México, con un presupuesto infinitamente mayor que el Real Estelí estará, sin duda, en octavos de final de la Copa de Campeones de Concacaf, pero ya se llevó su gran susto, una derrota impensable hace cinco años y le permitió a los locales dar la primera gran sorpresa del certamen.
Lo del Real Estelí es de película y de cuento de hadas, lo que evidencia que desde la humildad, la rigurosidad y la ilusión se puede soñar y dar sólidos pasos en un fútbol moderno en el que ya no bastan los nombres.
Real Estelí, aunque se quede, como va a pasar en una probabilidad de 90 a 10 en el camino, vivió ya su momento de gloria al vencer de manera histórica 2 a 1 al América de México.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL