El coronavirus ingresó silenciosamente al hospital San Rafael de Alajuela, la primera semana de marzo.
Un ginecólogo, de 54 años, que labora en ese centro médico contagió por lo menos a más de 25 personas y desató la angustia entre decenas de sus compañeros.
Él permanece internado en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital México y, según los reportes, sigue en franca recuperación.
El superdiseminador arrodilló al personal, obligó a las autoridades a tomar acciones extremas, como suspender la consulta externa por varios días, y 165 empleados se catalogaron como casos sospechosos; a 150 los mandaron a cuarentena a sus casas.
Fue un escenario crítico y desalentador.
Un mes después, todo se pinta con colores de esperanza.
El gerente médico de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), Mario Ruiz Cubillo, dio un reporte que llena de optimismo al país.
En el hospital San Rafael de Alajuela no hay ningún paciente positivo internado en la Unidad de Cuidados Intensivos, ni en hospitalización; actualmente solo hay ocho casos sospechosos en valoración.
Quienes enfrentaron la situación tan difícil catalogan que es un verdadero milagro que hayan superado una de las etapas más oscuras.
A pesar de que esto se podría interpretar como una victoria, las autoridades tienen claro que pueden bajar la guardia, menos ahora.
El pulso contra el COVID-19 lo van ganando.