Con el 94% de las mesas escrutadas, Luiz Inácio Lula da Silva obtuvo un 47,63% y superó al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien sacó un 43,88%, en las elecciones.
Sin embargo, ninguno de los dos alcanzó el 50% que exige el código electoral brasileño para definir al ganador.
El resultado es sorpresivo tomando en cuenta que una mayoría de las encuestas apuntaban a una victoria arrasadora de Lula.
Algunos estudios colocaban al líder del Partido de los Trabajadores por delante de Bolsonaro entre un 6% a un 14% y se creía que en la primera ronda lograría el triunfo.
Los dos se verán nuevamente las caras nuevamente el 30 de octubre, cuando se realizará la segunda ronda electoral.
Elecciones polarizadas
En estas elecciones, Brasil once candidatos disputaron la silla presidencial.
La contienda se centró en la corriente de Lula, cuya ideología es de izquierda versus la del mandatario Bolsonaro, de corte de derecha, extremos opuestos que polarizaron la discusión.
Lula fue presidente del 2003 al 2011 (es decir por dos periodos presidenciales) y estuvo vinculado con un caso de corrupción que lo llevó a la cárcel por aproximadamente 580 días; sin embargo, quedó libre ya que las supuestas pruebas que lo condenaban no lo ligaban con el hecho.
Por su parte, Bolsonaro perdió cierto apoyo por su ideología conservadora y cristiana, sin dejar de lado las acciones que tomó durante el tiempo de la pandemia.
El actual presidente espera que las elecciones sean lo más justas posibles, pero no descarta que haya fraude electoral si Lula alcanza la cantidad de votos requerido para ocupar la silla presidencial por los próximos cuatro años.
Panorama actual de Brasil
El próximo presidente de Brasil enfrentará varios retos; uno de ellos los estragos que dejó el COVID-19, que mató a más de 685.000 personas.
Esto se suma una recesión económica que inició desde el 2021 y aunque se presenta una leve mejoría, la tasa de desempleo está en un 9,1%.
La pobreza es otro reto para la nueva administración, ya que 15% de los ciudadanos (cerca de 33 millones de brasileños), pasan hambre, sin contar la inseguridad ciudadana, que aumentó justamente por la polarización política.
Todo parece indicar que los sistemas democráticos en América Latina pasan por una nueva etapa, en la que una primera ronda ya no es suficiente, Chile y nuestro país también se fueron a segunda ronda para definir presidente.