Fue un viernes extraordinario en la Cueva del Monstruo.
Se jugó el clásico entre Saprissa y Liga Deportiva Alajuelense con aforo total, el color morado tiñó el estadio, síntoma de que Saprissa defendería su casa a como diera lugar y así asegurar su pase a la final.
Fue hasta el minuto 31 del primer tiempo, con un disparo del cubano Luis Paradela, que rebotó el guardameta manudo Leonel Moreira y que le quedó al defensa morado Pablo Arboine, que empujó el primer gol del encuentro
En ese momento, el coliseo de Tibás se estremeció con la anotación.
El primer tiempo estuvo relativamente tranquilo, con faltas de ambos equipos y síntomas de que pintaban para tarjeta amarilla, pero el árbitro se las guardó.
No más empezando la segunda parte, la Liga cometió una falta en el área y el central señaló penal.
Paradela agarró la pelota y clavó el segundo desde los once pasos. Allí explotó la Cueva, la afición saprissista se volvió loca y apretó más que nunca el apoyo.
La Liga quiso contragolpear, pero se le vio poco. Bryan Ruiz y Celso Borges estuvieron casi invisibles en el primer tiempo y en la segunda parte brillaron muy poco.
Era el último partido oficial del Capi en el fútbol nacional, pensó que saldría como los grandes, pero se fue del campo con un mal recuerdo.
Celso, ante la desesperación por sacar la casta y levantar ánimos en su equipo, sometió a varios jugadores morados con jalones y planchetas. Tanta fue su ansiedad que hasta terminó amonestado.
Se rescata la labor formidable de Paradela durante los 90 minutos, los tiros a marco violentos de Mariano y una gallardía de Moreira por hacerle entender a la afición manuda que sigue vivo.
De momento, la afición y el equipo morado celebran felices y con la frente en alto, mientras esperan con quien jugarán en la final, que está por definirse entre Puntarenas y Heredia.
Huele a 37.