El Salvador decidió y otorgó un poder absoluto al presidente, Nayib Bukele.
Si bien es cierto, el sistema de transmisión de datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de El Salvador ha sido lento y los resultados oficiales del proceso son insuficientes para que se emita un pronunciamiento contundente sobre quién ganó por el bajo porcentaje de las actas escrutadas (14,28%, 1.207 de 8.451 a la medianoche del lunes) sondeos de boca de urna proyectan que el partido oficialista Nuevas Ideas obtendría más de 60 diputaciones.
Así lo replicó Bukele en Twitter, quien celebra el triunfo inobjetable.
En el país centroamericano, el Congreso está conformado por 84 legisladores y la mayoría calificada para aprobar proyectos es de 56, un número mágico.
Es un hecho que Bukele contará con ese respaldo fundamental que necesita para que en el Poder Legislativo fluyan sin problemas las reformas y leyes que impulsa desde el Gobierno.
Medios internacionales han puesto una atención especial a las elecciones salvadoreñas por lo que representa la figura polémica del presidente y porque se ha convertido en todo un fenómeno político en cuestión de dos años, desde que venció a los partidos tradicionales Arena (derecha) y FMLN (izquierda).
Algunos lo tachan de dictador e incluso pronostican que al concentrar tanto poder esto pondría en alto riesgo la institucionalidad del país.
En este proceso electoral también se eligen a 262 concejos municipales y 20 representantes en el Parlamento Centroamericano (Parlacen), cuyos resultados también se perfilan en una victoria aplastante de los candidatos de Nuevas Ideas.
Más de 5,3 millones de personas fueron convocadas a votar.
