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Corrigiendo al Corregidor: ¿primer exiliado político?

*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador

En la ciencia de la historia previenen a sus discípulos del peligro del “presentismo”, es decir, analizar el pasado con categorías del presente. 

El eterno reto de ser objetivos es algo, no solo recomendable, sino necesario, aunque nadie lo logra totalmente. 

Esto es muy diferente cuando a la luz del día se aplican categorías de hoy a alguien de hace 200 años; como que no se intenta conscientemente ser objetivo al interpretar como exilio político la petición que hizo el gobernador de Costa Rica al capitán general del Reino de Guatemala de que impidiera que Pablo Alvarado, por algún tiempo, volviera a su provincia. 

La autoridad costarricense fundamentó su petición en el problema del carácter conflictivo que padecía su familia. Decir que Pablo Alvarado fue el primer exiliado político de Costa Rica es imaginar demasiado. No cumple con ninguno de los requisitos. 

En primer lugar, vivía ya fuera del país por su propia voluntad y en un ámbito más allá de lo político; ninguna autoridad lo expulsó, ni siquiera se puede hablar de autoexilio. 

Por otro lado, él no tenía muchas ganas de volver a Costa Rica, le interesaba permanecer como diputado en tierras guatemaltecas. 

Ya quedó claro que su aventura, en 1808, realmente no tuvo la dimensión que se le quiere dar. 

Asimismo, curiosamente no se enteró de la petición que hizo el gobernador de Costa Rica, en 1809, al capitán general de Guatemala. 

Finalmente, en aquel tiempo no se conocía esa expresión y estando dentro del territorio del Reino de Guatemala tampoco se puede decir tan rotundamente que estuviera fuera de su tierra, era su gran patria.

Llama la atención la forma tan afanosa con que sus biógrafos se esfuerzan por enderezar los exabruptos de Pablo Alvarado hacia las fuentes de la nobleza, el martirio, el patriotismo, la valentía, el heroísmo y el benemeritazgo; ojalá todos pudiéramos gozar de esos derechos humanos, pues para con otros el Corregidor no ha sido tan benévolo.

El último biógrafo de Pablo Alvarado ofrece una lista amplia de hechos que prueban el carácter difícil que genéticamente corría por las venas de los Alvarado Bonilla y, aun así, critica al gobernador costarricense por la petición que hizo, de acuerdo a las leyes que así lo estipulaban en aquella época. 

Tanto en Costa Rica, por ejemplo, su primo, el alcalde Bonilla de Cartago, como en Guatemala su hermano, el sacerdote José Antonio, y él mismo, prueban el problema que tenían. 

No por casualidad, los indígenas de Santa Catarina de Sunil se quejaron del maltrato que sufrían de parte de su hermano sacerdote, párroco de Quetzaltenango. Lo expuesto sobre estos dos hermanos durante su vida parlamentaria también hay que sumarlo a la lista de pruebas.

*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.

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