*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador
Pablo Alvarado ¿sufrió cárcel? Sí, como cualquier mortal que se ve envuelto en un conflicto, sea cierto o no, sea grave o no. ¿Se le hizo una sumaria? Sí, como es lógico. De la misma no se sabe nada ni en qué terminó. Hasta que no se encuentre más documentación hay que tener cuidado con las bases históricas sobre las que se hagan deducciones. Con fundamento en documentos de la época, podemos decir lo siguiente.
Además de lo apuntado en la anterior entrega sobre que no debió ser tan grave, porque rápidamente pudo hacer uso de sus derechos de ciudadano, y sin olvidar que casi todo su escrito fue en defensa de España y contra los franceses por la invasión realizada por Napoleón, en 1808, se tiene otra documentación sobre su vida de estudiante que no permite exagerar artificiosamente la gravedad de lo que pasó.
Partiendo del hecho de que Pablo Alvarado se graduó de bachiller en Filosofía en setiembre de 1810 y que su “revolucionario” escrito es del 15 de setiembre de 1808 se puede decir que si su delito hubiera sido grave no solo no hubiera podido graduarse, sino que ni siquiera hubiera podido matricularse en los cursos que le faltaban, mucho menos si su cárcel hubiera sido de meses como supone el corregidor.
Alvarado inició sus estudios filosóficos en 1807 con fray Mariano Lanuza, franciscano encargado de la cátedra de Escoto. Estudió con él hasta el 7 de setiembre de 1808 y para esas fechas ya estaba matriculando las clases de filosofía tomista con fray Miguel José de Aycinena, de manera que el 1.° de diciembre de 1809 ya llevaba dos matrículas con él, es decir, había empezado en 1808.
Cada una de esas filosofías se componía de tres cursos y en diciembre de 1809 Alvarado tenía dos cursos de Escolástica.
Después de realizar el tercero, que concluyó el 31 de agosto de 1810, pidió ser examinado el 7 de setiembre de ese año para obtener el título de bachiller en Filosofía.
¿Qué demuestra esto? Que Pablo Alvarado estuvo, si acaso, unos pocos días en la cárcel mientras se hacía la sumaria, pues no suspendió sus estudios, tanto en lo que se refiere a la matrícula como a lo de ir a clases. No hubo interrupción, pero, además, insistimos, si aquello hubiera sido grave, ni siquiera hubiera podido matricular cursos y terminar su bachillerato en Filosofía.
Examinado Alvarado el mismo 7 de setiembre de 1810 por el rector y su profesor Aycinena, el resultado fue descrito de la siguiente manera: “… quien habiendo respondido a los tres argumentos que le propusieron contra las conclusiones contenidas en la tarja adjunta, fue aprobado y hecha la profesión de fe y juramento acostumbrado, su S. el Señor Rector le confirió el grado de Bachiller en Filosofía en la forma ordinaria”.
Su examen se basó en la obra del obispo Lugdunense en lo referente a lógica, metafísica ontológica y ética, y en la del padre Teodoro Almeida, en el área de geometr
Pero ahí no acaba la cosa. Para poderse graduar en la universidad había requisitos para todos los estudiantes. Entre ellos uno muy importante era el de la buena conducta, no solo dentro de la Universidad, sino también fuera de ella en los diferentes ámbitos de la sociedad.
Cualquier desorden comprometía poderse graduar. Quiero insistir en la palabra cualquier desorden, porque siendo así, cuanto más, entonces, lo sería el de un delito como el que se quiere suponer en el área política por parte de Alvarado, lo cual le hubiera impedido graduarse
Pero hay algo más, todavía. En el expediente para pedir el examen de bachillerato, una conducta arreglada debía constar por autoridad competente, de manera que los profesores que había tenido daban testimonio por escrito, y en ellos se hizo constar todo lo contrario a un beligerante estudiante en el campo político.
Fray Lanuza dio testimonio de “… su singular aplicación, así como de su irreprensible conducta y religiosidad de sus costumbres”.
Las siguientes fueron las palabras de fray Aycinena: “… y en todo este tiempo ha dado pruebas nada equívocas de su rara aplicación, aprovechamiento e irreprensible conducta”.
Y como si esto no bastara, más adelante agregó: “Ha sido pronto en argüir cuanto se le asignaba, manejándose en todo con la mayor sumisión; en una palabra, ha tratado de unir la ilustración y la piedad”.
*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.