*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador
La anexión de Nicoya se inscribió en un contexto centroamericano favorable que inició varios años antes.
El objetivo era fortalecerse frente a Guatemala y otros centros de poder. Por ejemplo, Chiapas, que se separó de Guatemala y se unió a México en 1821, desde antes intentaba tomar ese rumbo con una ruta que le permitía salir al golfo de México por el lado de Campeche. Razones económicas.
Honduras también intentó fortalecerse frente a Guatemala tratando de recuperar, años atrás, la administración de sus puertos de Omoa y Trujillo en manos de aquellos; pero, además, en tiempos de las Cortes de Cádiz propuso que se le uniera la región salvadoreña de San Miguel, indicando como límite el cauce natural del río Lempa. Asimismo, no hay que olvidar que la zona nicaragüense de Nueva Segovia se unió a Honduras.
En lo que corresponde a la anexión de Nicoya a Costa Rica, algo había ya meses antes de julio de 1824, pues la mayoría de los diputados costarricenses en el Congreso Constituyente de la Federación, reunidos en Guatemala, se sumaron a otros diputados para presentar una proposición sobre este tema de regiones anexionadas. Es de resaltar que llevaba como fecha 13 de febrero de 1824.
Esos diputados aprovecharon la acción de El Salvador, que se apropió de Sonsonate, región portuaria administrada por Guatemala, a tal punto que en los procesos electorales de las Cortes Ordinarias de Cádiz y luego, en 1820, debía enviar a su delegado a votar a la región guatemalteca de Escuintla.
Los autores de la proposición, al solicitar que se convocara a elecciones para formar los congresos de cada Estado, pidieron que para esto no fuera “…inconveniente el que algún partido o pueblo que se haya separado de su Provincia o quiera agregarse a otra con que sea limítrofe o este en contacto, para proceder a las indicadas elecciones…”, enviando a sus electores con sus instrucciones declarando “adonde quieren agregarse…”.
Añadieron dos indicaciones más para tratar de impedir el caos que esto pudiera provocar. Primero, que la parte que quisiera separarse debía tener sus límites con aquella a la que quería agregarse, de manera que no hubiera otra provincia o partidos entre las dos partes. Segunda, que si hubiera algún desacuerdo, cada legislatura, “…sin proceder a dar un solo paso de violencia…”, levantara un expediente sobre las ventajas o desventajas de la segregación y lo enviara al Congreso de la Federación para que decidiera.
La sospecha de que lo de Nicoya ya era viejo en los planes de ambas partes, por lo menos varios meses antes de julio de 1824, se agranda si se observa que los tres diputados de Costa Rica que firmaron, lo hicieron con otros siete que representaban zonas con la misma situación
Por Honduras firmaron Joaquín Lindo, Juan Miguel Fiallos, Juan Esteban Milla, José Francisco Zelaya y Francisco Márquez. Por El Salvador firmaron Juan Nepomuceno Fuentes, diputado por San Vicente, e Isidro Menéndez, diputado por Metapán.
Las razones de Honduras se entienden claramente. En el caso de El Salvador hay que indicar que en su proceso político, desde 1811, las periferias de esa provincia no apoyaron a San Salvador.
En el caso de Metapán, estaba situada cerca de Guatemala y había recibido siempre la influencia del líder guatemalteco chiquimulense Juan de Dios Mayorga. Ciertamente podrían haber existido tendencias segregacionistas en esas geografías.
Estas noticias se las ofrezco con la intención de que a la península guanacasteca no le pase lo de muchos, que apenas pasa la fecha de la celebración, tanto la fiesta como otros aspectos, entre los que se encuentran las investigaciones históricas se terminan y se pasa la página. Ojalá se siga celebrando e investigando, hay mucho qué hacer.
*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022 de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.