En el cementerio de Vila Formosa, en Sao Paulo, Brasil, el más grande de América Latina, con un 1,5 millones de tumbas, al menos una docena de excavadoras iniciaron labores para abrir más huecos en un terreno que estaba en desuso.
La alcaldía contrató el servicio con el objetivo claro de habilitar los espacios suficientes para evitar que escenas tan desgarradoras como las que le dieron la vuelta al mundo en Ecuador (cadáveres tirados en las aceras o en las calles como consecuencia del COVID-19) no se den en una de las principales ciudades del país sudamericano, que habitan doce millones de personas.
La misión de los operadores de la maquinaria es alistar 1.200 tumbas en el camposanto; los trabajos se extenderían hasta la próxima semana.
Sao Paulo es el centro financiero de Brasil y el estado más afectado por la pandemia de coronavirus; de acuerdo con el último reporte de las autoridades hay 13.894 casos y 991 muertes.
Este sábado, Brasil reportó 2.917 casos nuevos y 206 muertes. Las cifras del Ministerio de Salud indican que en todo el país se confirmaron 36.658 casos y 2.354 fallecimientos.
En la primera semana de abril, el alcalde, Bruno Covas, informó que la apertura de nuevas tumbas mostrada en una foto publicada por los periódicos O Estado de Sao Paulo y The Washington Post era una actividad anual normal, trabajo de anticipación debido a la temporada de las lluvias. Los nuevos trabajos sí obedecen a la emergencia del coronavirus.
Esta semana, la ciudad adquirió 1.000 cajones aislantes para envolver los ataúdes de las víctimas del coronavirus. Covas también evalúa la compra de camiones refrigerados para alojar cuerpos y evitar crear cuellos de botella en el servicio funerario municipal.