Jhon Jairo Velásquez Vásquez, ‘Popeye’, siempre reconoció en numerosas entrevistas y documentales que había asesinado con sus propias manos a 250 personas.
Fue uno de los sicarios más sanguinarios al servicio del capo Pablo Emilio Escobar Gaviria, líder del Cartel de Medellín.
Participó en más de 3.000 crímenes, entre ellos la ejecución de más de 540 policías asesinados o el del excandidato político Luis Carlos Galán.
Un cáncer de estómago agresivo que también le afectó el esófago y que le generó una metástasis en el hígado y los pulmones se lo llevó a la tumba, a los 54 años. Desde el 31 de diciembre anterior estuvo internado en el Instituto Nacional de Cancerología.
Popeye salió de la cárcel de alta seguridad de Cómbita, Boyacá, el 16 de agosto del 2014, después de estar 24 años encerrado y cumplir con tres quintas partes de la condena.
Permaneció detenido por los delitos de concierto para delinquir, homicidio, lesiones personales, secuestro agravado, porte ilegal de armas, homicidio agravado, hurto calificado y agravado por la muerte de Galán. Se le había impuesto una sentencia de 30 años de cárcel.
Regresó a prisión el 25 de mayo del 2018 por los delitos de instigación a delinquir, al terrorismo, ocultamiento de pruebas y amenazas.
Esto porque el exjefe de sicarios del Cartel de Medellín lanzó amenazas a través de su cuenta personal contra los seguidores del entonces candidato presidencial Gustavo Petro.
Junto a esa investigación, en el expediente judicial de Popeye también figura que seguía relacionado con la mafia y que, además, había montado varias oficinas de cobro de extorsiones en Medellín, desde donde amedrentaba a la comunidad.
La Fiscalía recalcó que desde el 2017, cuando Popeye fue sorprendido en la fiesta de cumpleaños de alias Tom, cabecilla de la peligrosa banda de los Chatas, adelantaban investigaciones para conseguir la orden de captura en su contra.
“Ya pedí perdón a Dios, porque es muy bueno y siempre perdona. Jesucristo siempre perdona. La Virgen le ayuda a uno porque interviene ante su hijo y ante Dios. Yo leí la sagrada Biblia y si uno comete una ofensa contra el Espíritu Santo no hay perdón posible, y por eso soy devoto del Espíritu Santo. Si uno se arrepiente de corazón, Dios te perdona”, manifestó en una entrevista.
“Maté y combatí en la guerra porque adoraba a Pablo Escobar. De hecho, hubo crímenes que ni siquiera le cobré. Mi satisfacción no era matar, sino que él estuviera contento. Yo era feliz, me gustaba la adrenalina, el dinero y andar con Pablo Escobar”, aseguró.
Popeye llegó a ser muy poderoso, si bien asegura no haber amasado una gran fortuna, ya que nunca traficó con drogas, según reveló: “Llegué a tener tres millones de euros en propiedades y otros dos millones en efectivo, pero no más porque era sicario, no narcotraficante. Tampoco consumía, porque aquello podía entorpecer mi actividad asesina. Además, si estoy drogado, no podría disfrutar de la vida y de la naturaleza”, concluyó.