En algún lugar del Pacífico costarricense ocurrió esta historia.
Un comerciante que se acostumbró a vivir honradamente de las ganancias de un restaurante en la costa recibió una propuesta que lo puso a temblar.
Un día llegó al local un colombiano que le planteó ser su socio; en un principio el negocio sonó bien hasta que el extranjero le dijo: “Si me dice que sí le adelanto $800.000 que ando en el carro”.
El porteño tragó grueso y rechazó de inmediato el ofrecimiento. En ese momento supo que algo andaba mal y no se atrevió a arriesgar su tranquilidad, ni la de su familia.
Esta es una práctica cada vez más común en el país, aunque por evidentes razones (hablamos de negocios oscuros sin control) no hay un número exacto que determine con qué frecuencia ocurre.
Tampoco hay una precisión de casos en los que finqueros o empresarios han aceptado un pago con maletín “fuleado” de dólares.
Sin embargo, la vulnerabilidad es alta tomando en cuenta la cantidad de plata lavada que ha pasado por Costa Rica en la primera década del siglo XXI. Una cifra estimada por la organización Global Financial Integrity es de $64.000 millones, un 10% del PIB del país.
El paso del dinero se da en su mayoría por puntos ciegos fronterizos
Hay circunstancias en las que narcos le compran a un ganadero el hato entero en una suma descabellada al “cash”.
El exfiscal general, Jorge Chavarría, explicó que quien recibe como pago un maletín lleno de verdes incurre en un delito.
“Eso es lavado de dinero. No hay vuelta de hoja. Si recibió el maletín sabe que es lavado. Lo normal es que le den un cheque o busquen financiamiento de un banco”, manifestó.
El experto en crimen organizado afirmó que quien rechaza ese ofrecimiento no está en peligro, aunque en México se da una mecánica que aún no ha visto en Costa Rica.
“Se conoce como el ‘pushing’. Los narcos compran un negocio a un comerciante, se lo pagan en efectivo, pero luego lo contratan y le pagan un salario mensual para que administre el local con los contadores de la organización, entonces el pueblo no ve cambio, pues sigue viendo al mismo dueño. No estamos ajenos a que esto ocurra aquí. Esto desconfigura el contexto social y hacen parte de la red a una persona honesta”, comentó.
El dinero lavado infla las economías de manera ficticia y perjudica a la persona honrada que trata de construir con mucho esfuerzo.
“Se da un encarecimiento del suelo local, pues el crimen organizado invierte mucho en bienes raíces. La forma más sencilla para estos grupos de lavar es comprar cemento, levantar una obra y la plusvalía le agrega ganancia; adquiere valor solo y le quita el problema del efectivo. Esto incide en lo que le pueda costar a una persona honrada construir una casa en una zona cercana a un complejo de este tipo”, detalló Chavarría.
El exfuncionario reveló que en Costa Rica la mayoría de grupos narco que han invertido en este tipo de construcciones son extranjeros.