Una imagen del monseñor Javier Román, obispo de Limón, tirado sobre uno de los senderos de las montañas de Talamanca muestra cómo dejó alma, vida y corazón en la última visita que realizó, la semana anterior, a las comunidades de Blei y Telire.
Emprendió su viaje junto con un grupo para llevarles alimentos a los indígenas, dar misa y bautizar a algunos niños.
Fue una misión que arrancó el lunes 20 de abril y finalizó el viernes 26 de abril.
Román compartió su experiencia en Facebook y su historia ha cautivado a miles de personas.
Esto fue parte de lo que publicó:
“El lunes 20 de abril salimos a las 12 p. m., de Limón, para encontrarnos con las familias de Alto Blei, Blei Norte y Sur, así como con las comunidades de Cartago y Rangañal, que nos esperaban a las 2 p. m., en el lugar conocido como Rancho Solo (Bellavista). Ahí entregamos 110 diarios para las familias gracias a la donación de muchos de ustedes, amigos, parroquias y la Renovación Espiritual Católica de la Diócesis.
“Ese lunes, en la comunidad de Alto Cuen donde nos quedamos en la noche, vivimos con la comunidad el Vía lucis, como signo de la vida nueva en Cristo resucitado.
“El martes 21 de abril, a las 6 a. m., iniciamos nuestro camino hacia a la comunidad de Blei Norte, a la que llegamos después de caminar 10 horas. Conté seis caídas en el camino, muy deteriorado por cierto. Llegamos muy cansados pero la comunidad nos tenía preparado un delicioso almuerzo de arroz y macarrones que nos supieron gloria.
“Al llegar la noche nos bañamos con balde detrás del comedor y preparamos el aula donde dormiríamos.
“El miércoles 22 de abril a las 6 a. m., ya estábamos en pie, algunos alistaron salchichón que llevábamos y guineo cuadrado frito para el desayuno, entre los indígenas que nos acompañaban y nosotros éramos 16 personas. A las 11 a. m., teníamos programada la Eucaristía junto a la comunidad con dos bautizos. Después de la Misa se preparó un arroz con atún para todos.
“A las 12:30 p. m., comenzamos nuestra partida hacia la comunidad de Blei Sur con el dolor no poder subir a Alto Blei donde también nos esperaban, pero nuestras fuerzas ya no daban. Encargamos a don Célimo, fiel compañero de estos viajes, como lo fue de los padres Bernardo y Bernardito, que avisara.
“Después de cruzar el río Telire, llegamos a Blei Sur, nos recibió un pueblo fantasma, no apareció nadie, pues la mayoría de pobladores había bajado por los alimentos y se quedaron abajo haciendo otros mandados.
Poco a poco se acercaron unas cinco familias que estaban interesadas en bautizar a sus niños y así fue. A las 4 p. m. celebramos el sacramento.
“Luego, coordinados por Jairo, nuestro seminarista, y Diego, el Padre Rogelio, Enrique y Sofía Solano (periodista del Eco Católico) pusimos manos a las ollas para cocinar algo para cenar: arroz y pasta con salsa de tomate.
“El jueves 23 de abril, a las 4:30 a. m. ya estábamos levantados para tomar algo de café con galletas y salchichón para salir hacia Alto Cuen, en una caminata de 8 horas.
“Bendiciones a todas las personas que nos regalaron víveres para poderles llevar a nuestros hermanos indígenas. Les pido que lo sigan haciendo pues siempre estamos necesitando para las giras que realizamos. Dios los bendiga por todo el apoyo. Recen por nosotros y no dejen de sentirse parte de este trabajo de evangelización.