*Por José Eduardo Mora
Especial para ¡Qué Torta!
El encuentro Costa Rica – El Salvador solo fue un trámite para cumplir con un amistoso, pero deja más incógnitas que respuestas de cara al partido contra Honduras.
Quedó muy poco qué rescatar, toda vez que el rival exigió poco, fue muy pobre en ataque y esto no permite hacer verdaderas extrapolaciones, aunque siga sonando por aquí y por allá el verbo florido y abundante del entrenador Gustavo Alfaro.
Lo que sí dejo claro es que empieza a haber cierta crispación entre la Selección y un sector de la prensa, porque algunos jugadores dan a entender que los cuestionamientos son inncesarios y excesivos.
Pablo Arboine reivindicó que desde afuera todo se ve muy fácil, como queriendo decir, ustedes ahí afuera no tienen ni idea de lo que ocurre en un terreno de juego.
Son viejas descalificaciones, pero en sus palabras se huele un tufillo como de revancha, como que los que sí sabemos somos los futbolistas.
Un lamento similar dejó Alfaro en la conferencia de prensa antes del partido, al indicar que lo importante es lo que crean y entiendan los jugadores.
Es decir, que los otros no importan. No importa lo que piense la dirigencia, ni el aficionado, porque, de nuevo, subyace en el discurso que los que sabemos somos nosotros.
Se va cocinando alrededor de la Selección un ambiente que no me gusta. Hay mucho discurso, pero poca claridad en lo que se busca.
¡Que alguien me explique cómo un equipo juega con cinco en el fondo, si sabe que sus laterales son tan defiientes como los que tuvo contra El Salvador!
¡Que alguien me explique si con la media cancha utilizada frente a los cuscatlecos le podremos ganar a Honduras!
Hay más preguntas que respuestas, pero en la Selección parecen tener todas las soluciones a la mano, aunque no se ven, solo se oyen.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL