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Laura Fernández concentra el mismo apoyo que tuvo Rodrigo Chaves en primera ronda, según encuesta del CIEP

Hay un dato que pasó inadvertido en el estudio de opinión pública que divulgó el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP), de la Universidad de Costa Rica, el miércoles 22 de octubre del 2025 y que, sin duda, es el que más llama la atención en la actual conversación electoral: Laura Fernández aparece con un nivel de apoyo que coincide casi milimétricamente con el que obtuvo Rodrigo Chaves en la primera ronda del 2022.

Esto abre una pregunta inevitable, incómoda y central: ¿estamos ante una candidata que recoge, sostiene o incluso hereda la fuerza emocional que colocó a Chaves en la segunda vuelta?

En aquella primera ronda del 2022, Chaves obtuvo el 16,78% del padrón total y avanzó al balotaje. Ese porcentaje representó 351.453 votos efectivos en las urnas, de acuerdo con el escrutinio final que computó el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

Aunque el estudio del CIEP no presenta estos datos directamente sobre el padrón nacional, sí permite calcularlos. El informe señala que 67% de las personas entrevistadas afirma que sí irá a votar en el 2026 y, dentro de ese grupo, 25% apoyaría a Laura Fernández.

Al proyectar esa proporción sobre el total electoral, el apoyo real se aproxima al 16,8% del padrón, prácticamente el mismo punto en el que Chaves alcanzó su salto a segunda ronda.

Pero el parecido numérico no es lo único relevante. La encuesta también muestra que el respaldo a la gestión del presidente aumenta y alcanza un 63% de opiniones positivas, el nivel más alto observado desde noviembre del 2024. 

Este comportamiento rompe la regla histórica de desgaste presidencial que ha caracterizado la política costarricense durante los últimos 45 años.

A la vez, el país reporta un fuerte apoyo a la democracia como sistema político, con 66 puntos en una escala de 0 a 100, cifra estable durante dos décadas. Lo llamativo: quienes respaldan la democracia también respaldan a Chaves, una combinación poco común en contextos de polarización.

Y aquí aparece el punto más revelador del panorama electoral: el 74% de las personas entrevistadas prefiere que el próximo gobierno represente “cambio”.

El mensaje que Laura Fernández ha tratado de instalar —continuidad del proyecto Chaves— opera entonces en una zona emocional donde “continuidad” podría interpretarse como “mantener el cambio”. La continuidad se vuelve cambio si el cambio ya está en marcha.

Por eso el 16,8% con el que Laura arranca no es adhesión personal, sino un piso estructural: el mismo techo que Chaves alcanzó en primera ronda es el punto de partida de su candidata. Sin embargo, el juego está lejos de definirse.

Dentro de quienes dicen que sí votarán, el 55% sigue sin candidato, es decir, el bloque electoral más grande del país es la indecisión.

Y el que crea que esto está decidido, no entiende el 55% de indecisos.

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