Justo cuando el COVID-19 les hace más daño a miles de restaurantes en el país surge una esperanza en medio de la nada en Los Yoses, en San Pedro de Montes de Oca.
Es de esas extrañezas de la vida que cuesta comprender… y no porque Friday’s renazca de las cenizas como el ave fénix, sino por las circunstancias que rodean la historia de este segundo capítulo en el proyecto del empresario nicaragüense Carlos Huezo Hunter, quien reconoce que es uno de los motores de su vida.
Seis meses después de aquel viernes negro (29 de noviembre del 2019) cuando una maquinaria pesada destruyó recuerdos, borró sonrisas y acabó con una casa de casi 100 años de antigüedad, que albergó durante 35 años (desde 1985) el mítico local, inicia este 29 de mayo una nueva etapa cargada de ilusiones para quienes tienen la responsabilidad de sacar adelante el negocio, ahora 150 metros al sur de la tienda Arena’s.
La desaparición del primer local de Friday’s, a unos cuantos pasos de la rotonda de la Bandera, le abrió campo a un paso a desnivel que ampliará la capacidad de ese tramo de la vía de Circunvalación, pero también sirvió para que Huezo reflexionara sobre qué giro tendría su futuro.
Año y medio antes de ver cómo se derrumbaba el local que le dio tantas alegrías se llevó un duro golpe de realidad en su país de origen con la revuelta social que ocasionó el presidente Daniel Ortega.
Huezo pensaba establecerse en Nicaragua para hacer crecer algunas inversiones, pero el desorden causado por el dictador arruinó sus planes.
Levantó cabeza y consciente de lo que debía enfrentar (el inminente desalojo de Friday’s La Bandera) preparó un plan B que ahora concentra todas sus energías.
Lo hace en el momento más adverso de la industria ante la pandemia de coronavirus que ha cobrado 121.000 empleos, según cifras de la Cámara Costarricense de Restaurantes (Cacore).
Además, ante el cierre de 8.559 locales, entre sodas y restaurantes.
Eso no asusta a Huezo y más bien lo recibe como un reto grandioso al que enfrentará con seriedad junto con su equipo, pues adoptará los protocolos de salud de forma rigurosa para garantizar la tranquilidad de sus clientes.
Habilitará un máximo del 45% de la capacidad, activará el servicio a domicilio y el pick up (los clientes hacen sus pedidos por teléfono y los retiran en el restaurante) y tomará las medidas de higiene que recomiendan las autoridades.
Mientras ¡Qué Torta! conversó con este admirable revolucionario de la cocina tica fue inevitable darse cuenta la gran nostalgia que lo invade al hablar de cómo levantó su negocio y de la infinidad de anécdotas que le dejó su primer local.
Ahora asume una nueva etapa con la fe que superará el éxito que tuvo aquel jovencillo, de 25 años, que en 1985 innovó en la oferta de platillos del país.