Hace tan solo una semana, el fotógrafo pensionado Luis Morales, quien trabajó 30 años para el periódico La Prensa Libre, recibió a un grupo de excompañeros que le tendieron la mano.
Emocionado, agitado, feliz abrió la puerta de su hogar, en Concepción Abajo de Alajuelita, a unas personas que desinteresadamente atendieron su llamado desesperado de ayuda y le llevaron un diario bien cargado.
Vivía momentos de angustia en medio de la pandemia de COVID-19 porque no tenía con qué comprar algo de comer.
Como él mismo comentó en una conversación con ¡Qué Torta!, hace un tiempo había hecho dos intentos que resultaron inútiles para que el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) le echara el hombro ante su situación.
Este viernes, Morales falleció en el hospital San Juan de Dios sin recibir la llamada que tanto esperó y que le prometieron en la segunda visita que hizo a una oficina del IMAS en la que le informarían si calificaba.
En la primera simplemente lo devolvieron porque el gobierno “le ayudaba” con una pensión de ¢130.000, que tan solo le alcanzaba para pagar el alquiler de la casa.
Este medio publicó su historia con el afán de que más personas se unieran para ayudarle y así sucedió; solo que fue demasiado tarde.
También se dio a conocer para ver si el IMAS rectificaba, pero no hubo respuesta, aunque se le envió un correo a la institución.
Morales padecía de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y debía estar conectado 16 horas a una máquina; era oxígenodependiente.
Fumó por muchos años y cocinó con leña. Eso lo afectó. Aunque trabajó tanto tiempo en La Prensa Libre, su pensión era baja porque gran parte de su carrera le pagaron por fotografía; es decir, no estaba en planilla.
En la entrevista confesó que eso cambió cuando William Gómez (qdDg) asumió el control del diario y lo aseguraron.
Morales falleció producto de un daño relacionado con la enfermedad.