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Esta es la carta al Niño de un padre que perdió para siempre a su hijo

*Por Andrey Berrocal Gamboa

Querido Niño Dios:

Espero que te encuentres bien, aunque probablemente ésta sea la temporada del año en la que pases más ocupado leyendo cartas de todos los niños del mundo.

A diferencia de otros remitentes, el motivo de mi carta es un poco particular, ya que soy un adulto, de 40 años, y como comprenderás no me comporto tan bien como lo hacía hace 30 Navidades atrás cuando ansiaba que me llegara tu regalo.

Pero, no te preocupes, en esta ocasión no voy a pedirte ningún regalo; solo quiero aprovechar la oportunidad para agradecerte por dejarme ser el padre de un niño al que decidiste llevarte de este mundo hace nueve meses, mientras bajaba una pendiente en bicicleta y algo salió mal.

Gracias Niñito por esos 13 años en los que me honraste con su presencia acá en la Tierra, porque durante ese tiempo conocí el significado de la palabra amor.

Ese sentimiento, estoy seguro, despertó desde el mismo instante que lo vi nacer del vientre de su mamá y lo besé en su frente. ¿Te acuerdas, Niñito, de ese momento tan lindo que me diste?

Compartí tantos bellos momentos con mi hijo que sonrío con solo recordarlos y aunque me tachen de loco. ¿Te acuerdas, Niñito, cuando él era solo un bebé y yo llegaba cansado a casa por la noche?; lo encontraba dormidito entre sus cobijas calientes, entonces con mucho cuidado me acostaba junto a él para que su aroma me hiciera recobrar fuerzas.

No tengo cómo agradecerte, Niñito Dios, todo lo aprendido al lado de mi hijo mientras estuvo en este mundo. Fue a través de él que comprendí lo importante de perdonar, pues aunque le fallé cientos de veces, él siempre tenía un abrazo para mí.

Con la muerte de mi hijo, me enseñaste lo importante que es la familia, lo valioso que son los verdaderos amigos y lo inútil que es el orgullo.
Y qué importante Diosito fue tener un hijo tan maravilloso como él lo fue conmigo, porque a partir de su muerte, mi fe se fortalece en tu poder y en la promesa de volverlo a encontrar.

Gracias, Niñito, por los recuerdos que impiden olvidar a esa personita tan especial que te llevaste, porque de no ser por lo mucho que lo extrañamos, su mamá, sus hermanos y yo, su partida al cielo no hubiese valido de nada.

Gracias porque duele su ausencia, por el llanto que brota del alma cuando lo busco y sé que ya no está. Trato de ser fuerte Niñito Dios, amo a mi hijo con todas las fuerzas de mi corazón y solo quiero que esté bien en el lugar que tu has escogido para él.

Por ahora solo me queda la esperanza de volver a encontrarlo en la otra dimensión. Y porque sé que un padre sabe dar lo mejor a su hijo, yo entrego el mío y lo dejo en las mejores manos.

Atentamente: papá.
P.D: espérame.

*El autor es periodista y abogado.

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