Para los cuerpos de seguridad de Costa Rica es un desafío permanente, desde hace más de dos décadas, internarse en las densas montañas de Talamanca, Limón, o en la zona sur, para eliminar enormes plantaciones de marihuana.
Toparse con que hay tripulaciones que se dedican a pescar ‘quesos’ en los canales de Tortuguero (en el Caribe) o saber que hay narcocélulas moviéndose constantemente por los parques nacionales es parte del ecosistema para desgracia costarricense.
Estos escenarios, que crecen conforme pasan los años, los presentó el medio estadounidense The New York Times, este domingo 15 de setiembre del 2024, en el reportaje titulado: Cómo un paraíso turístico se convirtió en un imán para el narcotráfico.
Desmenuza el fenómeno del transporte de drogas por el país y cómo impacta en la realidad nacional.
Sin embargo, el único detalle novedoso que aporta la lectura para efectos de quienes le siguen la pista a este fenómeno es que sí, en efecto, el problema se ha agravado notablemente.
Algo que, lamentablemente, para diversos expertos nacionales en materia de crimen organizado, era previsible desde hace años ante la falta de un plan serio de combate contra estos grupos.
Esto también responde a un crecimiento importante de la producción de cocaína desde Colombia y a una mayor demanda de consumo a nivel mundial, ha expresado reiteradamente el exfiscal general de la República Jorge Chavarría, un profesional con vasta experiencia en el análisis de estas estructuras.
A su vez, también se ha enfatizado en que el territorio nacional dejó de ser puente desde hace rato y se convirtió en bodega.
Lo que expone The New York Times no es una novedad en Costa Rica, pero sí merece que se insista en redoblar esfuerzos para combatir el narcotráfico.