El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, reapareció 34 días después y emitió un discurso que se extendió por 34 minutos en los que se refirió a la pandemia de COVID-19 que golpea al mundo.
En una parte de su intervención, que fue transmitida por los medios televisivos del régimen y por diferentes plataformas de redes sociales, alabó la “profesionalidad” y “seriedad” de las autoridades de salud costarricense.
El dictador se refirió específicamente al caso de la nicaragüense embarazada, de 17 años, quien ingresó ilegalmente al país, la semana anterior, cuya prueba de COVID-19 fue negativa.
“En estos días capturaron a una muchacha nicaragüense en Costa Rica, una muchacha de 17 años, iba embarazada. Las autoridades costarricenses la capturaron porque iba cruzando ilegalmente. Ellos tienen cerrada la frontera. Inmediatamente, los medios de comunicación empezaron a decir que tenía coronavirus la nicaragüense. Pero las autoridades costarricenses, actuando con mucha profesionalidad, seriedad y responsabilidad la sometieron al examen y dijeron, no tiene coronavirus. Es decir, no aparece una nicaragüense, saliendo de Nicaragua, siendo portadora del virus hacia un hermano país”, Ortega.
Ortega precisó que desde que inició la emergencia por el brote, el 11 de marzo anterior, al 15 de abril en Nicaragua han fallecido 1.237 personas y solo una por coronavirus.
El mandatario dijo que el avance del contagio en su tierra ha sido lento.
Agregó que esta crisis mundial “es una señal de Dios” y un mensaje divino para quienes más lo sufren porque “van por mal camino”.
“Si se deja de trabajar, el país se muere y si se muere el pueblo se muere”, manifestó haciendo alusión directa al porqué no han acatado al pie de la letra las recomendaciones del distanciamiento social para evitar que haya más casos.