El economista y asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Édgar Robles manifestó que la inflación en Costa Rica es causada por las políticas del Banco Central (BCCR).
De acuerdo con el experto, la situación se agravó porque la institución financiera estatal imprimió billetes en exceso como una forma de salir de la crisis del Covid-19, pero las consecuencias tardaron en verse.
Robles explicó que se emitió dinero para financiar el gasto público y la deuda del Gobierno y no en actividades que promovieran el crecimiento, como créditos al sector privado.
El economista comparó la inflación de Costa Rica con la de países como Panamá y Ecuador para demostrar que aún si en todas partes creció la inflación, en el país fue mayor por esa acción.
Robles opinó: “El incremento en la tasa de interés es la forma correcta de controlar este dinero. Sin embargo, al hacerse demasiado rápido creó otro problema, pues no solo incentivó el ahorro en colones, sino que también ha atraído a especuladores del exterior que traen dólares y los cambian a colones para depositarlos y ganar con los intereses. Este dinero presiona que baje el tipo de cambio”.
Ronulfo Jiménez, asesor de la Asociación Bancaria Costarricense (ABC), reconoció el éxito del BCCR en controlar la inflación y agregó que ese “medicamento de tasas de interés altas para controlar la inflación debería ser suspendido, reducido significativamente (…) tener las tasas tan altas puede ser dañino”.
Robles advirtió también que en Costa Rica el tipo de cambio es muy volátil, es decir, que puede subir o bajar mucho en poco tiempo. Según este economista, nuestro mercado cambiario es tan pequeño, imperfecto y fácil de manipular que “algún travieso puede entrar en la mañana o a las 12 y con pocas transacciones alterar el tipo de cambio”.
Por el momento, los consumidores se benefician de un tipo de cambio con el dólar a la baja porque afecta el precio de bienes importados como los combustibles y da un respiro a quienes ganan en colones y tienen deudas en dólares.
Robles apuntó que es el caso del Gobierno, cuya deuda se redujo por la apreciación en el tipo de cambio y no por una mejor recaudación o control de gasto.