La búsqueda de la pequeña Keibril Amira García Amador sumó el quinto día sin mayores resultados y una excesiva cantidad de información en los medios que sigue sin precisar un dato de su ubicación, más allá de que se forme una gran especulación alrededor del caso.
Que se alborotó un olor feo en un sitio, que un ciclista escuchó un llanto de bebé en otro lado o que los perros entrenados detectaron presencia del principal sospechoso del rapto en un cañal son alertas que han tenido bailando a autoridades y reporteros.
Lo único certero es que hay un riesgo potencial que deja en estado de indefensión a la chiquita: la presencia de coyotes en el área de búsqueda. Esto ha sido confirmado por baquianos que se conocen como la palma de la mano el área.
Agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y socorristas de la Cruz Roja Costarricense centran el rastreo en Juan Viñas; ya estuvieron en Pacayas y en Cervantes (comunidad donde se originó el robo a manos, en apariencia, del presunto padre de la niña).
Si al segundo día del operativo, el director interino del OIJ, Randall Zúñiga, reconoció que es cada vez “más difícil” hallar con vida a Keibril, ahora hay una alta probabilidad de que las autoridades lo que anden buscando es el cuerpito.
Se trata de una chiquita que desde el domingo 9 de abril del 2023 no ha probado bocado si es que, como indica la hipótesis más fuerte, el hombre de apellido Casasola (está guardado en la cárcel ante medida cautelar de seis meses) la dejó botada.
Los esfuerzos continúan para dar con una respuesta, aunque la tarea pinta imposible.