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Corrigiendo al Corregidor: una obsesión federalista

*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador

En varias ocasiones sus contemporáneos dijeron que los hermanos de Alvarado no lo habían soportado y lo echaron de su casa, y que, en cambio, sí estaban de acuerdo en que lo sufriese el Congreso, razón por la cual, los diputados tenían que aguantar sus ataques y sus constantes propuestas sin fundamento, por lo que se veían obligados a rechazarlas. 

Son muchas las proposiciones que hizo; algunas sensatas, otras idealistas, porque para el momento de dificultades políticas, militares y económicas por las que pasaba la Federación, no se podían poner en práctica. Otras no gozaron de tanta sensatez y tuvieron que ser rechazadas desde el primer momento.

En la sesión del 6 de octubre de 1825 propuso que el Gobierno sostuviera el sistema federal, aunque solo quedaran dos o tres estados integrándola. 

Su propuesta fue rechazada porque, entre otras razones, no era necesario especificar algo que de por sí estaba incluido por lógica. 

Ante ese rechazo, volvió a insistir con fuerza, recibiendo un nuevo rebote con base en los argumentos del diputado Dávila. Luego, Alvarado, una vez más, insistió con cierta pedantería, pues dijo: “Señor, esos principios están muy buenos, pero mi razón está en pie…”. 

Su actuar produjo un murmullo entre el público, el cual creció a tal punto que pudo interrumpirlo cuando se disponía a insistir en la defensa de su propuesta.

Frente a esto, el diputado Barrundia expresó lo siguiente: “Yo alabo el celo del ciudadano Alvarado y debo manifestar que los que hemos rechazado la adición no somos menos federalistas que él.” El asunto terminó cuando hasta su hermano, el padre José Antonio, cansado del asunto puso punto final con un argumento en contra de la proposición de Pablo: “Nuestro sistema podrá ser atacado por la fuerza o por la opinión que hoy lo sostiene y para ninguno de estos dos casos puede servir la adición propuesta”.  Se comprueba el malestar que provocó hasta en su hermano.

Pablo Alvarado era obsesivo en su proceder. Esta proposición ya la había presentado en la sesión del 27 de octubre de 1824 y se la rechazaron. 

Fue tal su obsesión que en la sesión del 19 de junio propuso enviar un plenipotenciario a la República de Haití y Dominicana con la intención de asociarlos al sistema federativo de la región.

El padecimiento y carácter de Pablo Alvarado le atrajo, sino oposición, sí precaución por parte de los demás para no tener que enfrentar situaciones difíciles y bochornosas por su forma de proceder. 

Esto explica el porqué, salvo al inicio de la vida del Congreso Constituyente Federal, en que sacó un voto cuando se le propuso de candidato para secretario, no se le volvió a presentar como posible miembro de comisiones y secretarías. Se trató de no darle ninguna función y poder.

De hecho, su participación en las sesiones es más a nivel de proposiciones; cuando se refiere a otro tema sus intervenciones fueron cortas, no hay algo que se parezca a un discurso, además de una redacción un poco difícil, como para que el secretario anotara al borde de una de ellas que lo transcribió tal cual se la había pasado el proponente. 

De los diputados costarricenses, el que más resaltó fue Juan de los Santos Madriz, luego el padre José Antonio; Policarpo Bonilla casi no participó y el diputado Alfaro, salvo pocas intervenciones, tuvo un comportamiento similar.

*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.

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