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Corrigiendo al corregidor: un sensacional encarcelamiento en el 2021 y el silencio del pasado

*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador

Antes de analizar los testimonios del pasado, del 2021 para ser más exactos, sobre el sensacional encarcelamiento de Pablo Alvarado, debemos recordar que no es necesario hacer una investigación sobre algo que ya había sido investigado sin aportar nuevas fuentes de archivo.

Para la parte de la vida de Pablo Alvarado que más respalda su supuesto heroísmo, ya Ligia Cavallini había hecho una primera aproximación interesante, a pesar de que ya colaboraba con su engrandecimiento artificial.

En una época que no tenía tantas facilidades de comunicación y de trasladarse a otros archivos fuera de Costa Rica, ella reconoció al final de su obra que había muchos aspectos oscuros sobre él y que había que aclararlos a través de una investigación más completa.

En esta parte de su encarcelamiento y vida de estudiante no hay aportes nuevos en las recientes investigaciones, cuyos autores ya no pueden aducir las limitaciones antiguas.

Dicho esto, vale la pena preguntarse sobre las repercusiones del sensacional encarcelamiento de Alvarado, en 1808, en aquellas gentes.

Buscando contextualizar a las personas, sus hechos e ideas en el mundo que los rodeó se puede revisar las actas de los organismos centrales de la época que, si no debían tomar cartas en el asunto directamente, sí estaban relacionadas con la situación por otras vías.

¿Qué se puede rastrear en esas instituciones de acuerdo al tipo de documento que producían cotidianamente?

Empecemos por la misma universidad. Como se vio en la entrega anterior, esa institución tenía que velar sobre la buena conducta de sus estudiantes. Por ejemplo, en 1812, en un reporte que pidió el capitán general José de Bustamante, el catedrático de Filosofía, Juan José Durán y Aguilar, dijo de su alumno Manuel García: “… tiene dos matrículas, falta con frecuencia a clase, es muy desaplicado, (…) no da esperanza ni aún de mediano aprovechamiento, su conducta es reprensible, pues la insubordinación y licensiosidad que lo caracterizan produce y producirán mayores desórdenes en él”.

El hecho tan lamentable que se le atribuye a Pablo Alvarado para aquella sociedad no aparece mencionado en las Actas del Claustro de la Universidad que debía ocuparse de esas faltas, ni ninguna noticia sobre un ambiente difícil sobre el tema de lo sucedido en España con la invasión de Napoleón o cosa parecida con tendencias independentistas.

En las actas del cabildo catedralicio pasa lo mismo, a pesar de que sí hay varias menciones desde agosto de 1808 sobre lo que sucedía en España, la abdicación de los reyes, las misas rogativas y recolección de dineros para ayudar a la lucha contra los franceses, no aparece nada sobre Alvarado.

En la misma dirección, si no se olvida que los ayuntamientos debían velar por el orden de cada comunidad y que administraban justicia en primer grado a través del alcalde, sus actas son muy importantes para observar la marcha de aquella sociedad en varios campos.

Respecto a lo que nos ocupa en torno al delito de Pablo Alvarado no aparece nada, a pesar de que al igual que en las actas del cabildo catedralicio, sí aparecen las noticias sobre lo que sucedía en España con la invasión francesa, sin embargo, ni siquiera hay insinuaciones de que hubiera alguna alarma que requiriera una especial vigilancia.

En la sesión del 14 de agosto, por ejemplo, el cabildo se reúne con autoridades públicas (arzobispo, ministros del Real Acuerdo, cabildo eclesiástico, prelados de las órdenes religiosas) para conocer la noticia de la renuncia del rey Fernando VII en favor de Napoleón, noticia enviada desde México.

No reconocieron la renuncia y renuevan su fidelidad al legítimo soberano. Las actas siguientes del ayuntamiento van en la ruta de la lealtad, jurar a Fernando VII, hacer rogativas por el éxito de las armas españolas frente a Francia y jurar solemnemente a Fernando VII.

A pesar de que hubo una reunión con varias autoridades eclesiásticas, en el mes de setiembre de 1808 no hay la mínima mención o alerta de peligro, y menos sobre Pablo Alvarado; más bien, en la sesión del 27 de setiembre de ese año se habló sobre la gran tranquilidad de la que gozaba la ciudad.

Por si alguien piensa que no era usual que en esas actas se incluyeran noticias de ese tipo, indicamos que en las del mes de octubre sí las hay, pero lamentablemente para los afanosos biógrafos de Alvarado, ninguna sobre él.

Gozó de mejor suerte, por ejemplo, un pasquín que apareció en la puerta de la casa del padre Domingo Juárros mencionado en la sesión del 6 de octubre de 1808.

Parece que el escándalo de Alvarado no fue tal y más bien hay como un silencio sepulcral sobre él, a pesar de la bulla de las honras fúnebres que se le quieren hacer en estos últimos años.

*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.

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