*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador
Una razón importante para no pensar que el dictamen sobre la locura de Alvarado fue una triquiñuela política es que en el mismo se indicó que por esta condición no se le podía hacer el juicio militar, es decir, la locura lo salvó de algo peor.
Pablo Alvarado se inmiscuyó en la lucha de los rebeldes salvadoreños contra Arce, presidente de la Federación. Vencidos estos, se hicieron los juicios militares.
La sospecha de que refugiaba rebeldes del partido salvadoreño produjo que se diera la orden de allanar la casa de Alvarado con la advertencia de que si no abría la puerta por su cuenta se utilizara la fuerza.
Pero hay más razones que patentizan un estado mental que no permite pensar en el recurso político para quitarlo de en medio.
Resulta ser que su hermano, el padre José Antonio Alvarado, tuvo que padecer por su culpa. El diputado costarricense Policarpo Bonilla, compañero de ellos en el Congreso de la Federación, le propinó un puñetazo en la cara, de manera que su sombrero y capa de sacerdote fueron a dar al suelo.
La causa de este bochornoso incidente fue que José Antonio le reclamó al diputado José Francisco Córdoba (Cordobita) que hubiera hecho en la sesión una alusión al estado mental de su hermano.
Córdoba se vio obligado a hacerlo cuando otro diputado quiso comparar su conducta con el frenesí de Pablo Alvarado.
Ante el reclamo, Córdoba contestó a José Antonio que a su hermano “…por pura tolerancia le había (…) admitido el Congreso en su anterior legislatura, pues su mal era público y no podía desconocerlo su mismo hermano…”.
Ante los insultos que le hizo el padre Juan Antonio, se acercó a separarlos el diputado costarricense Policarpo Bonilla y recomendó a Córdoba que le dijera “…que si ha habido injusticia con Pablo, empieza por sus propios hermanos, que por loco no le han sufrido, lo han echado de su casa y querían que el Congreso lo sufriese”.
Otro testigo dijo que las palabras de Policarpo Bonilla habían sido “…que sabía muy bien que por loco y por pícaro había sido echado de su casa su hermano Pablo Alvarado…”
Ante esto, el padre Alvarado insultó a Bonilla de “…servil bruto, un cuadrúpedo… Y en uno de esos insultos, el ciudadano Bonilla, poseído también de cólera, con el semblante demudado y como fuera de sí, se fue al otro y le dio con la mano uno o dos golpes por la cabeza…”.
Esta noticia dada un año antes del dictamen médico citado en la entrega anterior, ayuda a comprobar el estado mental de Pablo Alvarado y a debilitar la sospecha de que la declaración de los galenos hubiera sido una táctica política. Pero aún hay más sobre este tema en la próxima entrega.
*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.