“La clave está en que incluso aquellos que creen que el cambio trajo más libertad estarán dispuestos a admitir que también trajo menos cordura”. Gilbert Chesterton, Chaucer y el Renacimiento.
*Por Manuel Benavides Barquero
Sacerdote e historiador
Con lo expuesto hasta ahora se ha aclarado bastante la figura de Pablo Alvarado, corrigiendo errores de interpretación, exageraciones y aportando nuevas fuentes que ayudan a equilibrar su figura.
Queda un dato muy importante que completa, no solo la visión general sobre su vida, sino que también ilumina sus últimas décadas en Costa Rica, desautorizando las suposiciones y teorizaciones sin base documental, basadas en una dramatización sobre relaciones políticas, familiares y supuestas deslealtades de sus compatriotas, así como de su famoso profesor en Medicina y mentor en ideas políticas: Pedro Molina.
Pablo Alvarado se unió al grupo llamado en la época los “exaltados”, que también recibió otros calificativos como el de “patriotas”.
Aquellos términos han sido idealizados e ideologizados por muchos sin mayor crítica, empezando por la propuesta liberal que construyó la historia patria.
Los exaltados tuvieron una posición extrema, de ahí el calificativo. En el caso de Pablo Alvarado esa tendencia lo llevó a la locura, literalmente.
Se mezcló en la lucha entre los bloques de la Federación y el Estado de Guatemala, anarquizada por la otra lucha entre “exaltados” y “serviles” y agravada por dos geografías en perenne conflicto: la guatemalteca y la salvadoreña.
Debido a su locura, la justicia no lo pudo procesar por su participación en los hechos bélicos contra el Gobierno Federal de Manuel Arce, y su profesor de Medicina, Mariano Larrave, junto con su colega Vicente Carranza, indicaron que su locura la provocaba su frenesí, “…principalmente en el tema de ideas políticas”.
Algunos especialistas podrían dudar de ese dictamen, pues pudo utilizarse como una táctica para quitar de en medio a un opositor político.
Sin renunciar definitivamente a esa posibilidad, hay datos que pueden demostrar que la locura de Alvarado fue real, empezando porque entre los examinadores estuvo su profesor Larrave, quien era opuesto a la posición de Pedro Molina.
Si Alvarado fue tan fiel discípulo de este último, Larrave tenía motivos suficientes para dictaminar que estaba en su sano juicio para que fuera enjuiciado y, aun así, no lo hizo.
Dejando lo más importante para la próxima entrega en vías a probar que su locura fue real, se dice algo sobre sus ideas “exaltadas” que lo llevaron a su frenesí.
Las cartas y acciones de Alvarado son bastante violentas, padeciendo lo que en la época se dio entre exageraciones, oratoria enérgica y vaivén de ideas de acuerdo a las circunstancias, muy cambiantes, por cierto.
Dos ejemplos nada más:
- En las cartas de setiembre de 1821 a los Ayuntamientos de Cartago y San José aceptó plenamente la autoridad de esa institución, de manera que les confió convencer a los pueblos para que se mantuvieran del lado de Guatemala. Cuando entre noviembre y diciembre de ese año cambió el panorama y se sometió a consulta de los pueblos a través de los ayuntamientos la posibilidad de anexarse al Imperio Mexicano, varió su apreciación y se atrevió a decir: “…como si los Ayuntamientos fuesen tan sabios que fuesen capaces de decidir una cuestión como esta…”. En pocas semanas cambió de parecer de acuerdo a lo que convenía a su posición política.
- En su carta del 22 de octubre de 1821, la emprendió, con una oratoria violenta, contra las altas autoridades del Reino, por ejemplo, contra el obispo García Jerez, de Nicaragua. Entre los argumentos fuertes fue de la opinión de que el clero no debía meterse en política, sin embargo, estuvo de acuerdo que lo hiciera su amigo sacerdote José Matías Delgado. Le pasó lo de muchos en todos los bandos en conflicto: rechazaron que los curas se metieran en política, pero solo respecto al clero opuesto a su posición, a los que estaban de acuerdo con ellos no se lo prohibieron, ni los criticaron porque, según su lucha y parecer, eran fieles patriotas.
Bastan solo esos dos ejemplos para explicarnos en cuanto a la procedencia de su locura: su frenesí “principalmente en el tema de ideas políticas”.
Dijo Gilbert Chesterton que esos ídolos casi siempre pagan a sus adoradores con la locura y muchos de la época de Alvarado lo comprobaron en carne propia.
*El autor es académico correspondiente de la Academia de Historia y Geografía de Guatemala. Premio Cleto González Víquez 2022, de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.