Andrea Carolina Vargas Mena es la hija predilecta de Santiago de Puriscal, un pequeño pueblo que queda 42 kilómetros al oeste de San José.
A sus 23 años hizo historia y escribió su nombre para siempre en los libros del atletismo nacional. Se convirtió en la primera mujer costarricense en ganar una medalla de oro en unos Juegos Panamericanos en atletismo.
Lo hizo en su especialidad: los 100 metros vallas.
Soltó el llanto al cruzar la meta. Sus aspiraciones eran llegar a la semifinal de la competencia o quizá ganar alguna medalla, como lo confesó en ESPN Deportes, pero el oro no lo veía tan cerca.
Al final tocó el cielo con las manos y se colgó el metal en el cuello. Es un triunfo que le dedica a su madre, Deysiana Mena, quien es su entrenadora; a su hermana, Noelia; a su tata, Juan Manuel Vargas, y por supuesto a su hija, Avril Victoria, de cuatro añitos.
Selló su pase a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en las semifinales al marcar un tiempo de 12.75 y dejarse el récord nacional.
Es una pena que ya no existe el premio Claudia Poll, ese que con el que el nadador Jonathan Mauri le sacó al Estado ¢240 millones de un solo golpe en los estrados judiciales y sin mérito. Andrea Carolina merece eso y más del país, se lo requeteganó.