*Por José Eduardo Mora
Especial para ¡Qué Torta!
En la vida se aprende a ganar y también uno se puede convertir en un perdedor profesional.
La nota distintiva la puso lkay Gündogan, jugador del Barcelona, que tras perder el Clásico (2-1 ante el Real Madrid) llegó más que enfadado al vestuario y se topó con una resignación que no se esperaba.
Por eso, salió a decirlo públicamente. Sus palabra pudieron malinterpretarse, porque alguno pudo argumentar que le estaba diciendo a sus compañeros que eran unos perdedores.
Más que ello, es una fuerte llamada de atención que se puede aplicar al fútbol de Costa Rica con una perfección sorprendente.
Aquí los equipos pierden y le echan la culpa al árbitro, a la cancha o al eclipse de hace dos siglos.
San Carlos, por ejemplo, perdió un partido ante un Saprissa que tenía la cabeza en el Motagua y ya alistaba estrategias para el Clásico del sábado 4 de noviembre del 2023 y no noté indignación ni en el entrenador Luis Antonio Marín, ni en los jugadores.
Hay mucha complacencia con la derrota. Tiene toda la razón Gündogan, hay que indignarse, exigirle a la mente una respuesta distinta, trabajar duro y volver al ruedo con actitud de ganador. Aquí parece que perder es natural, como respirar.
En la película Un domingo cualquiera, con Al Pacino, hay un pasaje memorable en el que el entrenador de fútbol americano le explica a sus jugadores cómo se ha de luchar cada centímetro en el campo. “Estamos en el infierno, caballeros. Ahí podemos quedarnos y dejar que nos hagan pedazos. O salir a la luz”.
Y después, agrega más adelante: “Descubrimos que la vida es un juego de pulgadas, como el fútbol, porque en cualquier juego, la vida o el fútbol, el margen de error es tan pequeño que media pulgada tarde o antes y no lo lograrán. Media segundo muy lento o muy rápido y no lo atraparán. Las pulgadas necesarias están siempre a nuestro alrededor”.
El discurso sigue, pero en el fondo nos recuerda que preparación y ADN ganador van de la mano. No es actitud. La actitud es un mar abierto. Es más que eso. Es una asunción. Salir a ganar siempre, aunque ya se sabe que la vida tiene sorpresas a cada paso.
El ADN Gündogan debería permear a todos los equipos del mundo, sin ninguna duda, y en Costa Rica debería enmarcarse.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL